Cuando se perfeccionó la regeneración ovárica, sólo
era un método para que mujeres con problemas de fertilidad pudieran concebir
con sus propios ovocitos.
Pocos imaginarían, que un efecto secundario de esta
regeneración ovárica cambiaría a la humanidad para siempre y de una forma
irreversible.
Las primeras mujeres que hicieron el tratamiento de regeneración
ovárica, veinte años después del tratamiento inicial, no sólo no habían envejecido,
sino que parecían mucho más jóvenes y vivaces. No sólo la reproducción había
mejorado, sino que sus ciclos ováricos y sus niveles hormonales eran similares
a los de mujeres mucho más jóvenes.
Una mujer que había sido inyectada en sus ovarios con
células progenitoras a los 50 años, veinte años después parecía de treinta años
de edad. Y el efecto no parecía detenerse allí.
En los cincuenta años
siguientes, ninguna mujer cuyos ovarios fueron regenerados murió de muerte
natural, sólo por accidentes, suicidios o algún otro tipo de muerte violenta.
No sufrieron Alzhéimer,
ni aterosclerosis, ni osteoporosis, ni ninguna otra enfermedad relacionada con
el envejecimiento, en general mantuvieron una excelente salud.
El proceso de rejuvenecimiento se detuvo al llegar a
la adolescencia. En ese momento volvían a envejecer, lentamente similar al
proceso natural. A este efecto se lo denominó “Inmortalidad Medusa” por la
medusa Turritopsis nutricula, un animal inmortal que realiza un ciclo vital
donde puede “rejuvenecer” una y otra vez.
A medida que más y más mujeres se sometían al
tratamiento, no ya por temas de fertilidad sino por el rejuvenecimiento, se
trató de encontrar un tratamiento similar para los hombres, pero uno tras otro
los intentos fallaron.
Las mujeres habían encontrado una inmortalidad cíclica,
que les permitía crecer y envejecer acumular experiencia y volver a ser
jóvenes, una y otra vez, ya que el tratamiento podía repetirse de forma indefinida.
Los hombres morían, mientras que las mujeres
acumulaban experiencia, poder, propiedades y dinero. En menos de cien años, las
mujeres dominaron el planeta. Las familias no querían niños sólo niñas. Los
hombres quedaron limitados a poco más que proveedores de esperma para la
fecundación. Luego en poco tiempo, los espermatozoides se pudieron
obtener a partir de células de la línea germinal, sin necesidad del macho de la
especie.
Muchos ejecutivos poderosos, políticos, militares, hombres
de poder, habían experimentado cambio de sexo a nivel genético-molecular, para
intentar la inmortalidad de la que gozaban las mujeres.
En los siguientes cientos de años, los hombres
desaparecieron del planeta, e inclusive la historia fue modificada.
Científicos, conquistadores, políticos, todos habían sido mujeres, pues ya
nadie sabía en realidad lo que era un macho. Muchas palabras perdieron el
sentido y cayeron en desuso.
Finalmente, en algún momento que nadie registró, los
últimos embriones XY, crio conservados fueron destruidos, como si se tratara de
las últimas reservas de una peligrosa peste que alguna vez había asolado la
tierra.